INCENDIO
Caprichosa dama, extiendes tu rojo manto
Y a cada paso tuyo todo lo ahogas con tu perfume.
Rápido y letal, danzas tu macabro baile
Y te elevas al cielo y te haces inmensa.
Seduces al árbol joven con falsas promesas
De lujuria y pasión, llenas sus ramas
Que ahogan un grito sordo entre los pliegues
De tu rojo manto: cenizas congeladas.
¿Cuál fue su pecado para tamaña condena?
Que con una caricia tuya
consumes tronco y carne,
pasto
y yedra.
¿Cuál fue su pecado para tamaña condena?
Que por tu amor devastas
y luego mueres de hambre,
llanto
y pena.