"...DÓNDE ENTRO SI ESTOY SOLA ..." * Lo DeMáS sOn PaLaBrAs tAn SoLo PaLaBrAs *

martes, 29 de agosto de 2006

Érase una vez, en un reino muy muy lejano vivía un bello y hermoso principe... y su malvada madrastra. El príncipe había nacido con el don de enamorar a todas las mujeres, sin importar edad o condición, con su simple presencia. Sus ojos, su voz, su cabello, sus modales, sus labios... todo en él poseia un atractivo especial al que ninguna chica se había podido resistir. Las princesas de la corte, las muchachas plebeyas, las criadas... e incluso su propia madrastra suspiraban tras él cuando pasaba, y él siempe les dedicaba a todas una de sus mejores sonrisas, inclinando un poco la cabeza y haciendo un leve gesto con la mano.
Él nunca había mostrado interés por ninguna princesa en concreto, puesto que no tenia aún edad para casarse, pero no cabía duda de que no le iban a faltar pretendientes llegado el momento. Mientras el principe era sólo un niño, la madrastra había conservado la esperanza de que éste extraño don desapareciera por completo. Pero nada más lejos de la realidad... a medida que el príncipe crecía y llegaba la edad del matrimonio, su don crecía con él y cada vez eran más las mujeres que llamaban a su puerta o lo perseguían por las calles del reino.
Cuando el príncipe cumplió 18 años, la madrastra no pudo aguantar más... Estaba enamorada del príncipe, de su hijastro, y no podía hacer nada para remediralo. El atractivo del príncipe la tenia completamente sometida. Incapaz de aceptar que el príncipe jamás se fijaría en ella, por ser quién era, y por la maldad que entrañaba, decidió maldecir al príncipe con la ayuda de la bruja del reino. Para paliar sus celos y la posible boda, realizaron un conjuro que no permitiría al principe amar a ninguna mujer que quedara prendada de sus encantos. Podría quererlas como hermanas, compañeras, amigas, criadas o familiares... pero jamás como se quiere a una esposa.
Y así, pasaron los años... Y el triste príncipe no podía amar a ninguna de las mujeres que se le acercaban. Y la feliz madrastra lo tenía sólo para ella... Hasta que un día, cuando el príncipe cumplió los 25 años...